Superstition Wilderness


Javier Ramírez Limón, 2017


Landscape needs pathways. More precisely, a special displacement even if we only imagine it, without walking into it. While walking, our visual perception takes systematically possession upon that which is seen, in order to take in notice. Landscape is the extend of a space with given symbolic preconditions. In Superstition Wilderness, artist Pedro Vaz incurses in a geography mined by American Indians myths and its treasure’s lends.

Pima people believed that Hauk, an evil spirit, roamed the mountains; Apache people believed that Thunder God lived in its caves and canyons. “Superstition Mountains”, name given by XIX century Spanish people to this volcanic formation, was the territory of old Hohokam and Salado. But it was the gold fever that which turned this region famous, particularly due to the mine found by Don Miguel Peralta, who used to undertake frequent expeditions into the mountains from Sierra Sonora. Peralta´s mine would turn famous years latter, although under Lost Dutchman Gold Mine name, the gold mine lost by the Dutch. As expected, with the passing of time, these legends created legions of greedy adventurous, who arrived to the mountains looking for Jacob Walts´s precious metal, the fake Dutch, actually, a German immigrant. The stories on the mine, full of fantasy, were never rid of disappearings and murders.

At Peralta to Boulder Canyon, a mountain trail, Pedro Vaz walked several miles. In this video, in images which overlap one another, Vaz enters a field characterized at East by bushes, and West by steep, nearly vertical mountainsides. These image-cover, pregnant by its ochre and golden pale luminosity, suggest a tactile proximity to topographic element, and in consequence, to its mythical and fabled dimension. It touches the ground without acting violently, and through that gesture shines the landscape and the space sustaining it. Something similar happens to the acrylic works which, porous, convince us that there is nothing but void standing behind landscape´s representation. Vaz has mentioned that, the one who witnesses this void, nears the far past, back when human and nature separation didn’t exist. The inquire lying under this work by artist Vaz corresponds, insofar, to a cosmological rather then to an anthropological view. The incursion into The Superstitions, as they are popularly known in the United States, includes a set of maps bought in souvenir stores in Phonix, Arizona, where the tour over Peralta trail is laid out, as to note that landscape is, by proximity, not just visual, but also tactile.


Superstition Wilderness


Javier Ramírez Limón, 2017


El paisaje precisa de recorridos; más exactamente, de un desplazamiento en el espacio, aunque sólo lo imaginemos sin adentrarnos en él. En las caminatas, nuestra percepción visual se apropia de lo que observa de manera recurrente, para luego legislarlo. El paisaje es medida de un espacio con ciertas predisposiciones simbólicas. En Superstition Wilderness,* el artista Pedro Vaz incursiona en una geografía trasminada por los mitos de los indios americanos y las leyendas sobre la riqueza de sus minas.

Los pimas creían que Hauk, un espíritu maligno, rondaba las montañas; los apaches, que el dios del trueno, Thunder God, moraba en sus cuevas y desfiladeros. “Las Montañas de la Superstición”, nombre dado por los españoles en el siglo XIX a esta formación volcánica, fue territorio de los viejos Hohokam y Salados. Pero fue la Fiebre del Oro lo que dio fama a esta región, particularmente por la mina encontrada por Don Miguel Peralta, quien realizaba constantes expediciones a las montañas desde la sierra de Sonora. La mina de Peralta se volvería famosa años después, aunque con el nombre de Lost Dutchman Gold Mine, la Mina de Oro Perdida del Holandés. Como era de esperarse, estas leyendas crearon con el tiempo legiones de codiciosos aventureros que llegaron a las montañas en busca del preciado metal de Jacob Waltz, el falso holandés, en realidad un inmigrante alemán. Las historias sobre la mina, plagadas de fantasía, nunca estuvieron exentas de desapariciones y asesinatos.

En Peralta to Boulder Canyon, un recorrido a campo, Pedro Vaz caminó a pie varias millas. En este video, de imágenes que se superponen unas a otras, Vaz se adentra en un terreno caracterizado al este por matorrales y carrascales y al oeste por escarpadas pendientes, casi verticales. Estas imágenes-capas, ingrávidas por su pálida luminosidad, ocre y áurea, sugieren una aproximación táctil al elemento topográfico y, en consecuencia, a su dimensión mítica y legendaria. Se toca el terreno sin violentarlo y el gesto trasparenta el paisaje y el espacio que lo soporta. Sucede algo similar en los acrílicos que, porosos, nos persuaden que detrás de la representación paisajística no existe nada, sólo el vacío. Vaz ha mencionado que quien testifica esta desolación se acerca más a un pasado más lejano, donde la separación entre hombre y naturaleza era inexistente. El análisis de esta obra de Vaz corresponde, por tanto, a una visión más cosmológica que antropológica. Esta incursión en The Superstitions, como se le conoce popularmente en Estados Unidos, incluye un conjunto de mapas comprados en tiendas para turistas en Phoenix, Arizona, donde la caminata por los cañones Peralta es trazada, a manera de constatación de que el paisaje es, por proximidad, no sólo visual sino táctil.

 

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